¿Por
qué hablar sobre las mujeres rurales?
Es
una época convulsiva para la humanidad, los titulares de las portadas de los diarios
digitales y los medios impresos resaltan hechos como la pandemia del COVID-19; efectos
del cambio climático: el descongelamiento de los polos y grandes incendios
forestales; sin menospreciar los problemas de orden social como crisis
económicas, agitaciones políticas, intentos de guerras nucleares y comerciales,
entre otros.
En
un contexto un tanto desalentador ¿Por qué pensar en las mujeres rurales?
Según
la FAO, las mujeres rurales representan más de un tercio de la población
mundial y el 43% de la mano de obra agrícola. En América Latina y el Caribe, de
la población residente en el medio rural, casi la mitad son mujeres. Aproximadamente,
58 millones trabajan en el campo. Un dato más, son responsables del 90% de la
producción de alimentos en las zonas rurales de América Latina.
A lo largo de la historia, las mujeres, han
sido actores claves para el futuro del mundo rural. Tal y como se
refleja en los datos antes mencionados, contribuyen a la agricultura y sustentan
la economía rural y mundial.
Pero
¿Quiénes son las mujeres rurales?
Comarca La Sirena, Paiwas, Nicaragua |
El
término de “mujeres rurales” se le ha designado a la diversidad de
mujeres que realizan actividades del sector primario: son agricultoras,
recolectoras de frutos silvestres, de plantas medicinales, frutos y fibras; se
dedican a la caza y pesca. También son responsables de la reproducción, crianza
y cuido de los animales de traspatio. No obstante, participan en actividades y
fuentes de empleo rural no agrícola, como se destaca más adelante.
Desempeñan
sus labores, principalmente en las unidades de producción familiar. Otra acepción
del término se debe a su lugar de origen y modo de vida: son de campo, procedentes
de comunidades indígenas, afrodescendientes y otras etnias.
Entre
las principales funciones que realizan se destacan las siguientes:
1.
Contribuyen a lograr la seguridad alimentaria global: Son productoras de granos básicos: maíz, frijoles, arroz, etc. Hacen
posible que haya pan, tortillas y tamales sobre la mesa cada mañana. Realizan
la selección y el almacenamiento de semillas para consumo doméstico y siembra, además
transforman y comercializan los alimentos producidos en el campo para venta en
mercados y/o ferias locales.
2.
Aportan al dinamismo de la economía local: favorecen
el desarrollo de la economía de sus territorios a través de actividades suplementarias
a la agricultura, ganadería, pesca y silvicultura, es decir actividades no
agrícolas, que son aquellas labores fuera del sector primario tales como
artesanía, turismo y transformación de productos autóctonos.
3.
Tienen participación socioeconómica en la unidad productiva: además de contribuir a la producción agropecuaria destinada al mercado,
han asumido un papel protagónico en la diversificación de las fuentes de
ingresos de la unidad productiva. Se
dedican a actividades no agrícolas con el fin de obtener recursos económicos
para sostener a su familia. Entre las formas más comunes están el empleo en tierras ajenas o como agricultoras
en medianas y grandes empresas agrícolas.
La
mujer rural juega un papel muy importante en cuanto a los ingresos de los hogares,
puesto que permiten la generación del ingreso rural no agrícola (IRNA) a través
del autoempleo o el trabajo asalariado en los sectores secundario y terciario
de la economía y, por tanto, constituye una vía de salida de la pobreza para
muchos hogares rurales.
4.
Son actores decisivos en la economía de los cuidados: Las mujeres rurales desempeñan una labor fundamental para la economía de
los cuidados. Son las encargadas de velar
por la salud física-emocional, nutrición y educación de los niños, niñas y
adolescentes. Además de proveer y preparar los alimentos en los hogares, trabajan
largas horas para abastecerse de agua que, la mayoría de las veces es extraída
de pozos comunitarios u otras fuentes de agua ubicados a largas distancias de sus
viviendas.
Adicionalmente,
se hacen cargo del trabajo doméstico, con frecuencia realizan labores como el
cuido de ganado mayor y menor, limpieza del
hogar, ordenamiento de los espacios, higiene personal y cuido de personas
mayores, personas enfermas o dependientes.
5.
Resguardan el patrimonio cultural: aseguran la permanencia de la cultura y tradiciones
propias en el medio rural. Realizan un trabajo importante en cuanto a la transmisión
de conocimientos tales como la preparación de platillos tradicionales, el
quehacer de los hogares, las técnicas de labranza de la tierra y prácticas
medioambientales.
Además
de las grandes habilidades que poseen, son las responsables de la transmisión de
prácticas religiosas, conocimientos en el campo de la medicina natural, estética
y actividades artísticas. También garantizan la transmisión de saberes populares,
cuentos, leyendas y mitos que intentan darle una explicación folklórica a la
realidad.
6.
Evitan el despoblamiento de las zonas rurales y facilitan el relevo
generacional: como respuesta a la necesidad de
diversificación de ingresos, las mujeres rurales impulsan emprendimientos claves
que disminuyen la migración hacia las
urbes. Estas iniciativas no solo dinamizan la economía local, sino que también retienen
el talento joven e impiden que estos abandonen a sus comunidades.
Entonces
¿Cuál es el reto?
En
los últimos años se han realizado importantes avances para visibilizar el
aporte de las mujeres rurales al desarrollo; sin embargo, existe una serie
de limitaciones, que serán abordadas en otro momento, a las que las mujeres hacen
frente en su día a día.
Cobán, Alta Verapaz, Guatemala |
Las
mujeres rurales desempeñan una función clave de apoyo socioeconómico a sus
hogares y comunidades para alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional,
generar ingresos, mejorar los medios de
subsistencia, dinamizar la economía local y contribuir al bienestar general en
el medio rural.
El
principal reto, este y los próximos años, es visibilizar el trabajo que han
realizado en el mundo rural para beneficio de la humanidad. Para lograrlo
se necesitan llevar a cabo las siguientes acciones:
- Reconocer el conocimiento que las mujeres rurales generan y
transmiten de generación en generación.
- Reducir la brecha de género a través del empoderamiento femenino,
principalmente desde la niñez y la adolescencia.
- Garantizar el empoderamiento y desarrollo de capacidades de las
mujeres rurales para que ellas y sus familias puedan acceder a mejores
condiciones de vida.
- Transformar las estructuras de poder y costumbres sociales que, caracterizan
a las zonas rurales.
- Eliminar la doble marginación al que hacen frente: primero, por ser
mujeres y segundo, por ser rurales.
- Promover su participación en la sociedad, aumentar su confianza,
autoestima, y seguridad en el proceso de toma de decisiones.
Visibilicemos el rol de la
mujer en la transformación del medio rural. Es el bastión principal de las
sociedades debido a su imparable labor productiva y reproductiva;
¡Reconozcamos
y valoremos sus aportes!
Lismaryin Requene, Febrero 2020
Directora Rural Women
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